HR–4437
Latinos de todas las secciones, chinos, gays: el inventario casi completo de la marginalidad racial, menos los negros, que ya están viendo cómo les arrancan sus privilegios de minoría a dentelladas. Hablando con un tipo (no recuerdo su nombre) la otra vez en Cuatro Grados Norte, me aseguró que muchas de los procesos que han venido dándose últimamente en cuánto a política migratoria estadounidense han sido operativos nucleares de los afroamericanos, celos políticos. Es una especulación muy delicada.
El castellano –en gloriosas, infinitesimales variantes– está en Nueva York por doquier, veteado, o sea spanglish, pero allí está. Nueva York no tiene nada que envidiarle a otras ciudades latinoamericanas en EU. Se ha posicionado. La tríada Chicago–NY–Los Angeles se ha establecido con significativa precisión...
Entre las banderitas que ensayaban su indignación en la marcha, estaban por supuesto las banderitas de los guatemaltecos. Puesto el rimel patriótico, me puse a fotografiarlas. Entre los manifestantes guatemaltecos había un niño al que le tomé varias fotos, hasta que su padre decidió ocultarlo de la cámara y ocultarse él también. Era entendible, hasta cierto punto. Pero lo cierto es que ocultarse ya no es una táctica viable en una legalidad que busca criminalizar formalmente a los inmigrantes. Esconderse es sólo reesforzar la lógica del poder. Ahora se trata de dar la cara. De pensar en el todo antes que en uno. Son tiempos heroicos.
La propuesta de ley HR–4437 pretende convertir a los inmigrantes en criminales, y a cualquier persona que ayude a un inmigrante en un colaborador. Habilidoso y previsible, a la vez.
(Columna publicada el 29 de abril de 2006.)
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