Anteproyecto

Lo que yo me pregunto es por qué al famoso león, hoy muerto, del zoológico de Quetzaltenango, no lo castigaron con quinientos azotes cuando aún estaba vivo, por qué endemoniada circunstancia no le arrancaron la lengua previamente, por qué antes de que muriera de hambre no le chamuscaron, por ejemplo, los ojos, y por qué no le cercenaron una pata con soplete, y no infundieron en él otros sutiles castigos, mejor si inspirados en Saló o los 120 días de Sodoma, de Passolini. Era lo menos que podía esperarse. Pero las autoridades edilicias al parecer aún tienen muy mal aprendido su trabajo. Éste no debería reposar solamente en una pasiva negligencia, sino, en estos tiempos proactivos, es preciso pasar a acciones más directas, más inspiradas, más comprometidas y ejemplares. Por eso, yo propongo que se mande a construir –con auxilio de artesanos quetzaltecos– máquinas de tortura especialmente diseñadas por los estudiantes de la Universidad de San Carlos y de la Landívar con el propósito de castigar a los sucios bichos. Estas máquinas de tortura no serían sino adaptaciones de las máquinas de tortura frecuentadas por los inquisidores católicos de otros tiempos: el “rompecráneos”, la “sierra”, el “potro”, la “silla de putrefacción”, y demás. Podríamos mandar a construir cámaras de gas en el zoológico, para rozar a los pájaros con ácido cianhídrico. Los ciudadanos estarían invitados a traer sus animales domésticos, para hacer degollinas colectivas en el patio, o para quemarlos vivos en piras eficaces, junto a libros de budistas, hinduistas, y especialmente jainistas, así como Las florecillas de San Francisco. El exterminio deberá ser programado en cronograma, y si las cosas marchan bien, podríamos eventualmente pasar a una fase b, que consistiría en implementar castigos físicos para niños (que, como se sabe, son cuasibestias), negros, ancianos, judíos, y, está de más decirlo, mayas, xincas y garífunas. La verdad es que hay mucho trabajo por hacer.


(Columna publicada el 10 de septiembre de 2005)

No hay comentarios:

 
Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 License.