Bestias de Rapiña
Es reconfortante, porque quiere decir que Guatemala aún provoca cierto interés: siete páginas de la revista dominical, no el cover story, pero casi. Uno dice bueno, no nos han olvidado (a pesar de Kosovo, Chechenia, Afganistán, etcétera). Como siempre, eso sí, nos recuerdan por las razones más grotescas: en este caso, todo el sucio asunto de las mujeres asesinadas, el llamado feminicidio.
Y aquí es dónde entra la parte descorazonadora. Y entiéndanme bien: lo descorazonador no es que publiquen esta clase de artículos, al contrario. Lo descorazonador no es tanto que nos recuerden solamente por nuestros gravísimos defectos. En el fondo, eso está bien: es en la forma en dónde uno se frustra.
El artículo se llama Beasts of Prey (Bestias de Rapiña), y la investigadora Christine Toomey. Es un artículo que adolece de todos los defectos del periodismo de la indignación: el falso testimonio (como cuando la autora dice que las muertes de las mujeres están relegadas en los periódicos a “una frase o párrafo al final de una página interior”); la inevitable alusión (larguísima, desproporcionada) a la guerra civil como explicación de todos nuestros males (peligroso error); las estadísticas infladas (200,000 los muertos causados por la guerra, dice Toomey, se pregunta uno de dónde ha sacado la cifra); la carencia de información, de fuentes, de composición periodística; ninguna extra-milla en términos de investigación; y todos los lugares comunes inimaginables. En fin, “turismo político”, en la más plena expresión. El lector extranjero lee este artículo y cierra el periódico con un escenario en la cabeza que es hasta cierto punto defendible, pero nunca exacto.
Y es cuando uno dice: en verdad, hay muchas formas de olvidar. Hay morbos que son olvidos. Se inflan como grandes globos rojos, color sangre, y luego salen volando por la ventana de las buenas intenciones.
(Columna publicada el 17 de septiembre de 2005.)
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