El jubilado de Irlanda

Finalmente, la IRA cumplió con la promesa de destruir las armas que estaban en su haber. Para ser un paso histórico, ha sido un paso muy discreto.

Los conflictos envejecen como todo, como los seres humanos. El de la IRA fue un conflicto muy trabajador a lo largo de tres décadas, pero vino el final de la guerra fría y las subsiguientes atomizaciones del Este a restarle protagonismo, llegó el Medio Oriente, por supuesto, y sobre todo aconteció un conflicto religioso más universal, profético, portentoso remake de las cruzadas: terrorismos islámicos, dejando en pañales la rencilla religiosa de Irlanda.

La IRA era ya como el asalariado herniado al cuál apenas le resta trabajar hasta los sesenta y cinco para no perder la pensión. Y una pensión muy disminuida, políticamente hablando.

Acabo de estar en el Reino Unido. Mi padre, que allí vive, se mantiene escuchando todo el tiempo la radio BBC (es medio adicto a ella), y en verdad lo que escuché allí sobre la IRA fue casi nada. A la gente ya no le interesa la IRA. Lo que a la gente le interesa es linchar públicamente a Kate Moss. Así terminan nuestras batallas.

En la historia del Ejército Republicano Irlandés encontraremos múltiples cismas, vaguedades, inseguridades, y fracasos. Lo único que mantiene a una guerrilla de corte terrorista vigente es la unidad de propósito. Si la unidad de propósito es quebrada, entonces todo se va a la mierda. En el conflicto de la IRA hay varias capas de lucha que siempre enturbiaron el mensaje, lo hicieron aceitoso, nebuloso.

Cierto día, íbamos caminando con mi padre en el mercado de Leicester, ciudad inglesa muy llena de inmigrantes de múltiples sitios del globo. Hay rostros de todos colores. Y me dijo mi padre: “¿Sabe cuál es la ironía? Que los blancos van a desaparecer. Hicieron todo lo que estaba en sus manos porque la riqueza no cayera en manos de otras razas, y ahora estas razas van a recibirlo todo.”

En el contexto fulgurante de la inmigración radical, los nacionalismos son como aburridas piezas de museo.


(Columna publicada el 1 de octubre de 2005.)

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