El mercado de ideas
Comienza Gore hablándonos de cómo el discurso público de Estados Unidos ha cambiado y tiene apenas que ver ya con el discurso público que practicaron los llamados Fundadores (sí, aquellos que decidieron hacer un renglón un tanto especial para proteger la libertad de prensa: el First Amendment). La democracia era –y necesitaba ser– un tópico debatible, una obra en construcción, producto del intercambio de ideas y palabras. Razón, discurso, palabra.
Según Gore, el mercado de ideas tenía tres características: 1) estaba abierto a cada individuo; 2) estaba basado en una Meritocracia de Ideas; 3) había una disposición hacia el progreso conjunto.
De esta forma, el conocimiento mediaba entre la riqueza y el poder.
Pero la palabra ha sido sustituida por la televisión. “Si no está en la televisión, no existe”.
Lo primero que hay que decir de la televisión es que es completamente inaccesible a los ciudadanos individuales.
Por otro lado, el concepto de Meritocracia ha sido completamente degollado. Los noticieros televisivos son vistos como piezas al servicio de las corporaciones de las cuales forman parte. La tradición periodística se ha reducido a una caricatura sórdida.
Tercero: el progreso conjunto no es el objetivo de la televisión. El objetivo de la televisión es el entretenimiento, el establecimiento de ciertos intereses políticos privados, y por último –y por supuesto– crear demanda de productos.
Al Gore termina su texto con una alusión al Intenet: nos invita a que defendamos este espacio contra “las mismas fuerzas de consolidación y control corporativo que han distorsionado el mercado de la televisión”.
Al Gore inauguró el canal Current en la web este año, un proyecto de noticias para jóvenes, que busca interactuar con éstos haciéndolos co–creadores del mismo (www.current.tv).
(Columna publicada el 26 de noviembre de 2005.)
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