La verdadera, la auténtica, la original

Podríamos invitar a personas –esto es: jóvenes, entusiastas– de otros países –España, Alemania, Estados Unidos…– a que vengan a ayudar. Explotar un poco toda esa indignación que crepita en ciertas capas generacionales del primer mundo. Ofrecerles albergue, y el paseo de sus vidas: la oportunidad de presenciar la verdadera, la auténtica, la original miseria de un país…


(Octubre de 2007.)

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