Dos cápsulas
Lo cuál es terrible, puesto que el mal no es jamás un rostro concreto, sino un sistema de relaciones. Demonizar a los mareros no resolverá el problema de las maras. Por la forma en que un candidato manipula los símbolos, nosotros podemos saber qué clase de candidato es.
Me molesta además este enfoque territorial, predemocrático de su cruzada pública. Y semejante argucia: crear en sus anuncios la atmósfera que pretende erradicar. Es un truco psicológico que levanta serias interrogantes. Está usando el pánico para cohesionar un recinto electoral.
Por último, me resulta verdaderamente preocupante la insistencia de su mensaje, que ya va rozando con lo obsesivo. Más que un recurso operacional, o una colusión publicitaria, parece más como si estuviera empuñando las conciencias.
2. Un lector envió una carta la semana pasada, afirmando que yo pensaba esto y que yo pensaba tal cosa de los quetzaltecos. No me gusta que nadie me ponga en boca palabras que jamás he proferido. Detesto a los que les gusta envenenar el odre en dónde todos beben. Conozco a presos con más honor que eso. Incluso los piratas tienen un código... La murmuración es exactamente igual a la magia negra. Reto a este lector a que ponga fundamento a su acusación, a que busque en mis columnas, a que encuentre. Luego platicamos. Pocas sociedades dentro de la sociedad guatemalteca se han portado tan generosas conmigo como la sociedad quetzalteca. Es ese cariño, de hecho, esa hospitalidad la que me mantiene escribiendo en El Quetzalteco –y nada más. Pero estoy tranquilo, porque a los quetzaltecos no se les engaña o se les manipula así tan fácil. Los tarados no son los quetzaltecos.
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