Invitación
Es divertido, es hasta cierto punto divertido escribir de política en los diarios. Posiblemente lo seguiré haciendo siempre. No obstante, lo que en a mí en verdad me parece fenomenal, sugerente, tántrico, megalítico, es hacer, con estos mismos temas de los periódicos, novelas. Entenderse con las intrigas sociales, los efectos de la contradicción humana, las cláusulas de la tragedia nacional, sí, pero balzacianamente, con la connivencia poderosa de la imaginación.
La poesía (entendido en su acepción ancha, claro está) es punto de encuentro de lo particular y lo arquetípico.
Recuerdo que Monteforte siempre anteponía a la ficción por encima del periodismo como forma de aprehender la realidad. Y ejemplificaba así: todos recuerdan los escritos de Pepe Milla, pero muy pocos saben quién era el gobernante de turno en tiempos de Pepe Milla.
Bueno, es cierto que a lo mejor recordamos a algunos gobernantes. Todos recordamos a Alejandro Magno. Pero Alejandro Magno era, a su modo, un poeta: un poeta de la historia.
Hace un par de años, me embarqué en la construcción de una novela, el Diccionario Esotérico, buscando referentes de sentido en medio del caos íntimo y patriota.
El día de hoy estaré en Panajachel presentando este libro, que he definido antes, muy simplemente, como “una crónica fantástica sobre el ascenso y caída de un hombre que se emborracha de poder”. Lo cuál en sí no tiene nada de novedoso. Pero quise darle un escenario preciso a este tema eterno; y este escenario sólo pudo haber sido generado por un individuo que escribe en Guatemala a principios de siglo XXI. Es una novela de posguerra, en todo el sentido de la palabra. Quiero decir que es un libro que trata del tema de la guerra, pero desde un espíritu que es completamente ajeno al espíritu de la guerra.
La presentación del libro se llevará a cabo en La Galería (calle Rancho Grande, paralela a la Santander), a las 17:20 horas. Todos mis amigos de Quetzaltenango están invitados.
(Columna publicada el 21 de octubre de 2006. La foto es del evento.)
La poesía (entendido en su acepción ancha, claro está) es punto de encuentro de lo particular y lo arquetípico.
Recuerdo que Monteforte siempre anteponía a la ficción por encima del periodismo como forma de aprehender la realidad. Y ejemplificaba así: todos recuerdan los escritos de Pepe Milla, pero muy pocos saben quién era el gobernante de turno en tiempos de Pepe Milla.
Bueno, es cierto que a lo mejor recordamos a algunos gobernantes. Todos recordamos a Alejandro Magno. Pero Alejandro Magno era, a su modo, un poeta: un poeta de la historia.
Hace un par de años, me embarqué en la construcción de una novela, el Diccionario Esotérico, buscando referentes de sentido en medio del caos íntimo y patriota.
El día de hoy estaré en Panajachel presentando este libro, que he definido antes, muy simplemente, como “una crónica fantástica sobre el ascenso y caída de un hombre que se emborracha de poder”. Lo cuál en sí no tiene nada de novedoso. Pero quise darle un escenario preciso a este tema eterno; y este escenario sólo pudo haber sido generado por un individuo que escribe en Guatemala a principios de siglo XXI. Es una novela de posguerra, en todo el sentido de la palabra. Quiero decir que es un libro que trata del tema de la guerra, pero desde un espíritu que es completamente ajeno al espíritu de la guerra.
La presentación del libro se llevará a cabo en La Galería (calle Rancho Grande, paralela a la Santander), a las 17:20 horas. Todos mis amigos de Quetzaltenango están invitados.
(Columna publicada el 21 de octubre de 2006. La foto es del evento.)
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