El término medio
Y sin embargo, se ha dado asimismo el fenómeno inverso: la superabstracción del problema, que consiste en hablar de la Seguridad Pública con mayúsculas, de Limpieza Social, y otras generalidades (el ministro Vielman en Libre Encuentro hablaba, un ejemplo, de Institucionalización). Palabras vagas y vacías, gigantescas como galpones: en ellas cabe, más o menos, cualquier cosa. Hablar de Escuadrones de la Muerte es necesario (porque al fin no otra cosa son, y porque es preciso poner la atención internacional de vuelta en este país) pero el problema es que esta clase de jerarquías del lenguaje público desconcretizan y desapellidan la realidad, la hunden en un oprobioso anonimato, trampa de la cuál nunca salimos luego del enfrentamiento armado (se hablaba del Ejército y la Guerrilla, que era una forma de no hablar). Un acto de corrupción es una actualidad de relaciones vivas, no un croquis.
Volvamos al terrorismo. Cuando hablamos de terrorismo nos imaginamos una red organizada y básicamente vertical (puesto que en nuestra cabeza todas las abstracciones tienden a la verticalidad). Y sin embargo, al ver de cerca una organización como Al Qaeda, uno se da cuenta que es todo lo contrario: organismo que funciona transversalmente, por medio de células espontáneas, compuesta, básicamente, por rostros.
Entre el vicio de la superfragmentación y el vicio de la superabstracción debe darse un término medio.
(Columna publicada el 10 de marzo de 2007.)
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