Almejas y parásitos
A mi modo de ver, ni siquiera se trata de descalificar el Procedimiento, pero sí exactamente de revitalizar–certificar su espíritu perdido, perdido en follajes rousseaunianos (y no me refiero a los del aduanero, sino a los del caminante). Podríamos decir que el azar es la única transparencia de la democracia. Decirlo, el mejor seguro contra la frustración. Es increíble lo que hemos hecho por evitar la contingencia. Las grandes empresas por devolver al azar a su sitial de honor –surrealismos y situacionismos por mencionar los más idiosincrásicos– no pasan de ser aún pasatiempos para matriculados.
Se ha querido reducir la suerte a una conventualidad tecnológica o suerte de secuencia electoral en donde paradójicamente los accidentes deben ser evitados a toda costa. Respetando, eso sí, la consciencia cívica: el decoro de la no–invasión, sin el cuál se perdería el factor libertad. ¿Discrecionalidad o negación colectiva? ¿De qué está hecha la votante consciencia cívica? ¿Qué almejas y parásitos viven en semejante intimidad?
(Columna publicada el 1 de septiembre de 2007.)
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