La prensa, ahora y allá


Si bien, a propósito de las elecciones, hubieron algunos microescenarios consistentemente antidemocráticos, también se dieron, por la otra cara, cosas netamente estimulantes. Siendo una de ellas el papel de la prensa.

Otras voces, otros ámbitos… Si dejamos afuera a los charlatanes y los sabihondos, y aquellos resabidamente mediocres, podemos decir que la prensa cuenta con una vitalidad especial en estos tiempos. En particular, quiero hacer alusión a una generación a la vez experimentada y joven de periodistas –llevan ya años en la jugada, pero aún les aguarda un enérgico porvenir– con la habilidad de disponer de grandes cuotas de poder sin por ello perder la cabeza.

A estas alturas, el papel de la prensa en el proceso de construcción democrática ya no es experimental ni apenas complementario, sino un factor nuclear en la manera en que se dan los resultados. Hablaremos de la pérdida de la inocencia, dando paso a una dimensión de madurez. El titubeo local de antiguas décadas ha sido sustituido por una creciente asertividad, y el respeto incluso por parte de los sectores oscuros de la sociedad.

Por supuesto, tanta luz trae consigo sombra (ciertamente, valdría estudiar el caso de los medios de comunicación en México). Conforme vaya aumentando el poder de la prensa en Guatemala, se producirán nuevos problemas, a no dudarlo. Esguinces, focos de infección… Y eso supone una contracción natural por parte de los periodistas limpios. La comunicación–continuidad entre los cuadros más bajos y los más altos promete abismarse, con un desgaste general del control, pérdida de líneas de transmisión, y disolución de la mística periodística. Será cada vez más difícil no entrar a una lógica de negociación con diferentes actores sociales, incluso en pos de la democracia misma. Por último, quiero decir que hasta ahora formar parte de la prensa nacional era relativamente sencillo, pero cada vez será un espacio más especializado, que se irá llenando de iniciaciones y ritos de pasaje, no necesariamente crítpicos o deshonestos, pero todo rito de pasaje es ya la introducción a una esoteria laboral, con todo lo que ello implica.


(Columna publicada el 15 de septiembre de 2007.)

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